jueves, 30 de abril de 2015

Mundo de recuerdos



Una de las cosas que más disfruto en la vida es ir a tomar un café con una amiga... no es el hecho del café, porque a veces aunque me apasiona esta bebida, es que puedes platicar de todo aquello que no puedes platicar con nadie más.

Estas pláticas renacen en ti todos aquellos momentos que han quedado guardados en la memoria y que se vuelven casi etéreos de no ser por ese instante en que comienzas a hablar de ellos. Y mejor aún que tienes una persona que fue testigo de esa parte de tu vida y que puede aderezar tu recuerdo con algún elemento que habías perdido con el tiempo. 

Por eso dicen que debes casarte con alguien que sea tu amigo primero, porque entonces el placer de la amistad y la pasión del amor están juntos. Dos grandes placeres unidos. 

Hoy que fui a cenar con una amiga reviví mis primeros años en que nos conocimos, y a veces es divertido ver hasta que punto la amistad creció y como las cosas que nos pasaron ahora forman parte común. 

Es interesante ver como a veces recordamos un hecho con lujo de detalles, pero no podemos rememorar nombres, el "¿cómo se llamaba?", "sí, esa chica que se sentaba allí, o tal fulano que llevaba el cabello de tal forma", y que la plática no puede completarse porque comienza una guerra hasta desenmarañar los archivos de la cabeza y encontrar el nombre perdido. 

Así son los amigos, han visto ir y venir amores, ir y venir estudios, ir y venir pasatiempos, ir y venir trabajos, ir y venir personas, ir y venir experiencias. Y que pueden pasar días, semanas e incluso años sin hablar, pero en el momento en que se reúnen, es como si el tiempo no hubiera pasado. 

Ojalá pueda tener más oportunidades como ésta, en que los recuerdos cobran vida, en compañía de una amiga y el aroma de un delicioso café. 

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